Friday, February 27, 2009

LUCES EN EL CIELO

El relato pasado nos quedamos en las extrañas luces de colores que vieron Claudia y su esposo al asomarse a su ventana en la madrugada.
Pasó el tiempo de ese acontecimiento y ellos se mudaron de casa, a donde ahora viven. Hace unos cuatro años, una noche a la 1 de la mañana, despertó y se dirigió a la cocina. Se sirvió un vaso de agua y miró hacia fuera de la casa. Cuando lo hizo descubrió una esfera en el cielo que al girar dejaba ver cuatro colores: rojo, azul, amarillo, verde y blanco.
Claudia repite en voz alta los colores, varias veces, indicándome que así lo hizo durante las noches que le ocurrió el incidente. “Siempre despertaba casi a la misma hora, iba hacia la cocina y observaba el mismo evento. Durante unos quince días lo estuve observando. Le platiqué a mi esposo lo que sucedía y él también pudo atestiguarlo.. También le conté a mi hermana Paula y a unos amigos y todos se esperaron hasta la hora indicada y corrieron con la suerte de verlo”.
Recuerda que una tarde iba en su camioneta rumbo a la casa de su mamá, cuando vio un rombo plateado en el cielo, estuvo estático durante cinco minutos. “Detuve mi camioneta para poder verlo con detenimiento, luego apareció un avión justo en dirección al rombo, al acercarse el avión, la nave extraña bajó de altura para luego volar a alta velocidad y perderse en el cielo”.
-Yo deseaba que alguien pasara y lo viera junto conmigo, pero no había nadie en la calle y mi hijo estaba muy pequeñito para darse cuenta.
Una prima mía que vivía sobre avenida Guadalupe y su balcón daba hacia Parque Juan Diego, me comentó que los veía con frecuencia. Yo le dije que cuando viera alguno, me avisara por teléfono y yo me lanzaría a su casa. Así sucedió, comenzó a ver los ovnis y me llamó. En total los vimos, mi mamá, mis dos primas, mi tía y yo. Subí a su cuarto a verlos y ahí estaban, eran dos esferas. Una era muy grande y de ella salieron tres chiquitas La parte de abajo de las esferas se veía de colores y la cúpula color plateado. Se hacían para adelante y para atrás. Las vimos durante mucho tiempo, fue todo un espectáculo. Finalmente las esferas más pequeñas se metieron a la grande y enseguida volaron desapareciendo en el cielo.
Con este último testimonio terminó la narración de Claudia y su familia. Al estar escuchando su relato recordé cuando yo misma vi un objeto volador no identificado.
Fue por el año 78 porque aún estaba estudiando en el ITESO. Asistía a clases de noche y a veces salía a las 10 p.m.. Un compañero venía conmigo en mi carro. En cuanto tomé el periférico comencé a ver las dos luces blancas y brillantes en el cielo frente a nosotros. Se veía que estaban muy abajo y eran completamente redondas como los faros de un carro.
Mi amigo y yo íbamos platicando y al verlas nos quedamos mudos. Luego le dije ¿ves las luces? ¿Qué serán? En eso nos fijamos que mucha gente se estaba haciendo a un lado de la carretera para verlas. Le pregunté a mi amigo que si nos parábamos y el me dijo ¡No síguele! Y le hice caso. De cualquier manera las podíamos ver perfectamente porque estaban frente a nosotros. Antes de que yo tuviera que dar vuelta a la derecha para tomar la avenida López Mateos empezaron a volar hacia arriba y luego hicieron una línea en zigzag hasta que tomaron un rumbo recto y desaparecieron.
Al otro día en la escuela me enteré que varios estudiantes las habían visto. Luego me arrepentí por no haberme bajado a verlas.
En ese tiempo mi hermano y su esposa también tuvieron una vivencia muy extraña. La casa de mis padres y la de ellos se comunicaba por el jardín. Una noche después de haber visitado a mis padres, se retiraron a su casa y al atravesar el jardín, vieron una luz intensa que los iluminó no solo a ellos, sino todo el patio. Era tan intensa que no veían nada, sólo la luz. Luego entraron a la casa y la luz siguió ahí unos segundos. De pronto todo se obscureció y volvió a la normalidad. No escucharon ningún ruido, ni vieron a nadie, sólo esa intensa luz. Curiosamente la casa de mi hermano estaba sólo a una cuadra de donde vivía la prima de Claudia.
Un amigo también me contó su experiencia. Una noche invitó a cenar a una compañera. Él vive por el rumbo de Providencia en un condominio. Su apartamento está en el último piso. Ya habían terminado de cenar y se pasaron a tomar un café a la sala donde tiene ventanales muy grandes y además tenía las cortinas corridas porque la gusta apreciar las luces de la ciudad durante la noche. De pronto comenzaron a ver luces de colores girando frente a su ventana. Era un ovni posado frente a ellos, flotando ante sus ojos y de tamaño natural. Ahí estuvo posado unos segundos. Él y su amiga quedaron mudos, solo observándolo hasta que de pronto en un movimiento súbito, desapareció. Al otro día preguntaron a los vecinos si lo habían visto y nadie se dio cuenta de los extraños visitantes. ¿Será que ellos eligen los sujetos con quienes desean hacer contacto?
Hace dos semanas mi amigo José, el astrólogo, me presentó a Javier, un amigo de él, quien ha visto innumerables ocasiones, ovnis sobrevolando en distintos puntos de la ciudad. Javier nos narra lo siguiente.
“El primer avistamiento sucedió una tarde –como a las 7- que llegué de trabajar. Me subí a la azotea de mi casa en el sector libertad, en la colonia Talpita. Fue entonces que observé tres naves en forma triangular, de color morado, que venían hacia mí. Este evento me ocurrió hace unos 25 años. Sólo las vi unos momentos porque enseguida se fueron hacia lo alto para desaparecer.
Diez años después, como en el año 85, mi esposa subió a la azotea a tender la ropa y de allá me gritó que subiera a ver lo que ella estaba presenciando. Al llegar arriba, vi una nave en forma de plato a baja distancia porque la dimensión era como del tamaño de un volkswagen, posada sobre el poste de la luz. Le dije a mi esposa que tenía miedo que nos hicieran algo y que era mejor bajarnos. Todavía era temprano y había luz. Se notaba, al mirarla, que estaba girando.
También en el sector Libertad, sobre la avenida José maría Narváez y José María Iglesias, al voltear la vista al cielo observé una nave en forma ovoide y también se dejó ver a corta distancia..Al frente se veía blanca, atrás tenía una especie de anillo azul fosforescente y hasta atrás un anillo rojo. Iba desplazándose de norte a sur a una velocidad muy lenta y sin emitir ningún ruido. Fue como un medio minuto que la vi, justo al pasar el Templo de San Isidro que está en esa zona, se perdió de mi vista.
En la calle Plutarco y José María Iglesias iba caminando con mi niña en brazos cuando apareció el ovni en forma oval, sólo que éste era transparente. Volaba muy bajo, podía verse del tamaño de una camioneta. Eran como las 8 de la noche lo que me permitía verla con mayor claridad. Cerca de ahí había un bosque y sobre esa área iba volando. De pronto se iluminaba la nave y podía verse el piloto en su interior, sentado en un asiento como de luz dorada. Se distinguía su indumentaria color plateada y era como un humano. Luego se apagaba y de nuevo prendía. Tomó en dirección hacia el cerro de la higuera –de sur a norte- rumbo a la barranca.
Luego en Ramos Arizpe y Revolución, estaba en casa de una cuñada, un 24 de diciembre. Como a la una de la mañana salí a mirar el cielo y vi sobrevolar un avión y cerca de él, se veían seis luces. Al rato volví a mirar hacia el cielo y de nuevo pasaron las naves, pero ahora de regreso, como si hubieran ido acompañando al avión. Lo curioso es que la primera vez se escuchaba el sonido del avión y cuando las luces regresaron solas no emitían ningún sonido.
Hace unos 25 años fui con uno de mis hermanos a la presa de la intermedia, de la Comisión Federal de Electricidad, allá abajo en la barranca de Oblatos, y los dos vimos una luz que salía del agua, se hacía grande como un autobús y nos dejaba ver una especie de ventanas. Al sumergirse de nuevo en el agua se hacía pequeña. Varias veces salió y se metió en el agua. Cuando salía iluminaba todo alrededor. Varias personas atestiguaron el hecho porque entonces había patrulleros que rondaban la zona para auxiliar a quien lo necesitara y ellos fueron los que descubrieron ese fenómeno. Entonces todo eso no estaba tan poblado y tal vez por eso había tantos avistamientos.
Otro hecho que me ocurrió fue en la cueva de San Julián, en el cerro del Tolimán. Mi cuñado y yo fuimos a buscar un tesoro. Al entrar a la cueva, estaba trabajando con el detector de metales y mi cuñado estaba a un lado, apenas empezábamos a trabajar cuando apareció una luz de forma circular, dirigiéndose a nosotros. Yo tomé el detector para pegarle y me quedé paralizado, no pude hacer nada, pasó la esfera junto a nosotros y salió de la cueva. Nosotros la seguimos hasta afuera donde nos esperaban, mi suegra, mi esposa y mi niño. Les gritamos que la vieran pero ellos no podían ver nada. Fue algo muy extraño.
Amigos lectores solo me resta agradecerles el seguimiento que han hecho a estos relatos.
victoriavalon@gmail.com

OTROS EVENTOS DE MUNDOS PARALELOS

Acepté la invitación de Paula para confirmar su relato sobre los visitantes de otras dimensiones que la acosaban a ella y a su hermana antes de casarse. La cita fue en casa de su hermana Claudia y también acudió su mamá. Estaba muy interesada en escuchar los testimonios de ellas, no porque tuviera dudas, sino porque es muy satisfactorio escuchar a todos los protagonistas de los hechos.
Casi de inmediato comencé la entrevista con Claudia antes de que partiera a su trabajo, como maestra en un kinder. No voy a cansarlos repitiendo todo el relato ya que su descripción fue idéntica a la de Paula y hay otros hechos interesantes que le han ocurrido. Solo les confirmo que me refirió lo del extraño visitante con forma de pulpo plateado, y los ojos plateados en la obscuridad del clóset. También habló de la sombra a quien nombraron “Clarita” y que siempre vagaba por su casa, a quien incluso llegó a ver una amiga de ella en una ocasión que fue a recogerla a su casa, mientras la esperaba en la sala. Las dos estaban solas y de pronto la amiga vio pasar a Clarita rumbo a la cocina y creyó que había alguien más en la casa. Llamó a su amiga y le insistió que alguien había entrado a la cocina.
-Mira Laura no hay nadie y además la puerta de la cocina está cerrada así que no pudiste ver entrar a nadie ahí…
Al darse cuenta de que era cierto y que estaban solas se asustó tanto que le pidió a Claudia que salieran rápido de la casa.
Me describió los mismos ruidos que Paula y que escuchaban en su recámara: como de una hoja de papel cayendo, del buró que se movía, pero en verdad no lo hacía, etc. También habló de sentirse observada todo el tiempo en su habitación. Me comentó también que con frecuencia ella y Paula tenían sueños muy similares, el mismo día.
-¿Había espejos en tu habitación? –le pregunté a Claudia.
-Sí, uno muy grande y enfrente de mí cama. ¡Ayyyy y por cierto! –gritó emocionada de acordarse de un evento: “Una vez que estaba lloviendo, con truenos y relámpagos, tenía una muñeca colocada en mi cómoda del espejo y a la hora que cayó el rayo e ilumino mi cuarto, te puedo jurar que vi a la mona haciendo así:
Claudia levanta los brazos y se tapa los oídos con las manos y hace una mueca de asustada.
¡Ja,ja,ja!… todas soltamos la carcajada por su expresión y vívida narración, pero estoy segura que debió haber sido aterrador.
-Casi me dio el infarto, era una mona que me regaló una tía y aunque me gustaba mucho, la agarré y la tiré. No quise saber más de ella. Mi mamá me dijo que no lo hiciera pero yo no le hice caso, ni tampoco le comenté nada. Tenía unos 14 años. Desde entonces no volví a poner monas enfrente de mi cama.
“Fíjate que a Paula le gustaba mucho jugar con la mugrosa ouija y a mi me daba miedo.
-¡Eso no dijiste! –voltee reclamándole a Paula suavemente-.
-Era picada para jugar a eso.
-¿Y ahí jugaron en esa casa?-le pregunté-.
-¡Uy, sí, muchas veces! A mí me daba mucho miedo. Nomás de ver los ojos que estaban pintados en la caja me aterrorizaba. Le dije varias veces a Paula que no jugara con eso y a raíz de la ouija muchas cosas se desataron. Todo lo de los sustos y económicamente tuvimos muchos problemas en casa. Nos fue de la fre…. Se abren puertitas con eso de la ouija
-¡Claro, y agrégale a eso lo del espejo, más lo del hospital y que son personas sensibles y tienen un portal! –le afirmé-.
-Hace tiempo visité la casa, donde ahora hay un negocio y charlé con la secretaria y quien me comentó que ella no deseaba averiguar pero que efectivamente varias personas habían tenido experiencias y hasta tenían un video de vigilancia donde apareció una presencia.
Enseguida Doña Angelina –la madre de Paula y Claudia tomó la palabra:
“Yo no le creía nada a estas niñas, pensé que eran pesadillas, hasta que platicaban que soñaban y veían lo mismo, entonces empecé a creer”
-¿Y qué hizo para ayudarlas?
-Teníamos muchos amigos sacerdotes y fueron a bendecir la casa, pero no duraba el efecto. Paula desde muy chica gritaba por la noche y por eso yo lo atribuía a sueños.
“Cuando ellas se casaron me cambié a la recámara de ellas y dormía en el lado donde lo hacía Paula. Ahí fue donde una noche vi una figura como de un metro y medio de altura, delgadito, parado sobre un pie en la orilla de mi cama, vestido con un traje que despedía muchos colores y me entregaba una espada también de muchos colores brillantes. Sonriente me ofrecía la espada. Me asusté muchísimo y me enderecé a prender la luz, armé tal alboroto que desperté a mi esposo, a pesar de que no escucha bien. Al prender la luz se desapareció el extraño personaje. Después de esa experiencia me di cuenta que mis hijas decían la verdad.
-¿Y ahora donde vive ha tenido alguna vivencia?
-Sí, he llegado a sentir que se sientan en mi cama. A veces pensaba que era mi esposo y cuando prendía la lamparita, descubría que no era él. A veces me acomodan la cobija como cuidándome y otras siento que me tocan la espalda con suavidad. Paula me explicó que por los espejos entran y salen los seres y ahora lo cubro todas las noches.
-¿Y tú Claudia, has visto o sentido presencias en esta casa?
-Sí, de recién llegada sentía que había alguien. Al llegar la noche me inquietaba mucho y le llamaba a mi esposo para saber si pronto llegaría. Un día tomé una resolución, me enteré por mi vecina y arrendadora que la presencia que sentía se llamaba Laura y que había vivido en la casa así que le dije:
“Mira Laura, tú ya no vives en esta casa, yo voy a vivir en ella, la voy a cuidar muy bien, y quiero que me dejes en paz”.Lo curioso fue que mi niño de dos años y medio tampoco se sentía a gusto: ¡Yo no que lo esta casa, no me gusta! –decía-. Total que me puse a rezarle un rosario a Laura y desde ese día dejé de sentir miedo. Luego cuando me embaracé de la niña, vi dos veces entrar a mi recámara y colocarse a los pies de mi casa, un niño regordete chapeado, blanco, con el pelo chinito y blanco, vestido también todo de blanco. Era un blanco brillante. Llegué a pensar que era el alma de mi bebé que se me mostraba, pero cuando nació mi niña me di cuenta que no era eso.
En la otra casa que vivimos, Armandito mi hijo, una mañana que aseaba mi casa escuché que se reía y platicaba. Me llamó la atención y me asomé a verlo:
-Hijo con quien hablas –le pregunté-.
-Con las cheñoras- me respondió.
-¿Con cuales? –le dije-.
-Con estas –me respondió y con su manita me señaló a las dos figuras de la virgen que tenía acomodadas en un rinconcito. Toda emocionada con su respuesta le pregunté:
-¿Y qué te dicen?
- Que soy meno y que me quieren mucho.
-Bueno, nomás diles que no te lleven –le dije.
Varias veces hizo lo mismo. En esta casa volvió a charlar con las figuras de las vírgenes de Guadalupe, de recién llegados.
-¿Cuántos años tiene?
-Ahorita tiene ocho pero ya no le ha ocurrido nada.
Otro hecho que me sucedió a mí en esa casa fue que una noche mi esposo se levantó para ir al baño y me despertó. Al abrir los ojos vi en la ventana unos reflejos de luces de colores. Cuando mi esposo salió del baño le comenté que vi luces y tal vez iba a llover.. Él se asomó y dijo que no había rastros de lluvia, después verificó de nuevo y me llamó:
-¡Mira, Claudia, ven…
Me levanté y a lo lejos vimos en el cielo unas luces centelleantes de colores. Eran algo inusual.
Esta historia continuará…..
victoriavalon@gmail.com

VISITANTES DE OTRA DIMENSION

Continuamos con la historia de Paula, una joven y simpática mujer quien junto con su hermana Claudia, recibían visitantes de otras dimensiones en su antigua casa. Cuando ambas se casaron, su madre quien era escéptica de esos fenómenos comenzó a recibir a los intrusos, entre ellos un ser parecido a un duende y un individuo ataviado con una túnica que le deseaba entregar una especie de daga.
Con el tiempo los padres de Paula vendieron la casa porque era muy grande. Antes de mudarse el papá de Paula quien era otro escéptico, se estaba rasurando frente al espejo y hacia atrás podía ver claramente las cortinas de la recámara que estaban abiertas y sin explicación lógica vio cómo una de ellas se recorrió quedando el cuarto en total oscuridad. Se asomó a la recámara y se dio cuenta que no había nadie y dijo en voz alta:
-“A mí no me asustes, si me quieres decir algo, hazlo pero no me asustes”.
-Eso fue todo lo que mi padre vivió –comenta Paula-.
Cuando se mudaron mis papás y el nuevo propietario comenzó la remodelación para sus fines comerciales, comenzó a tener problemas. Un día se presentó con mi cuñado y le preguntó si nos asustaban, porque se le hacía muy extraño que en cuanto daban las seis de la tarde los albañiles dejaban todo. Incluso les ofreció pagarles horas extras para terminar pronto la obra pero no aceptaron porque afirmaron que los asustaban.
-¿Y los vecinos nunca vieron algo inusual? –le pregunté a Paula-.
-Mira sucedía algo curioso, algunas veces escuchábamos ruidos a deshoras de la noche y ellos escuchaban los ruidos de nuestra casa. Eran sonidos como cuando se mueven los muebles. Ni eran ellos, ni éramos nosotros.

A fin de esclarecer todo este asunto de la casa, Paula acudió un día con Ramona –la vidente- y ella le dijo lo siguiente:
-¿Tu casa estaba cerca de un colegio?
-Sí -le contesté y además le di el nombre del colegio-.
Entonces ella me dijo que no era ese y me describió otro que hay muy cerca. Me hizo una descripción tan específica que supe con certeza identificar la escuela. Yo jamás tuve en la mente ese colegio porque pensé en el que tenía más cerca.
Enseguida me explicó: “En ese colegio está el portal de entrada por donde ingresan todo tipo de seres de otras dimensiones y en tu casa está el portal de salida”. Curiosamente manteníamos una relación estrecha con los padres de ese colegio. Los seminaristas nos llegaron a contar que en esa escuela asustaba una monjita.
-¿Recibiste ayuda de los sacerdotes?-le pregunté a Paula-.
-Sí pero no me funcionaba. Por ejemplo nos decían que nos acostáramos rezando y pensando cosas agradables. Aunque lo hacía como ellos lo indicaban, de todos modos continuaban las eventualidades. De la misma forma bendecían y solo duraba el efecto dos días.
Me casé y desde la luna de miel asustaba a mi marido con mis gritos. Respecto a eso Ramona me dijo que yo tenía un problema doble porque se mezclaba mi sonambulismo con mi percepción. Esto se convierte en un caos.
Además tengo sueños premonitorios. Y también me he comunicado con dos personas fallecidas. Una de ellas era mi vecina Lilia quien a los 8 días de muerta me dio un mensaje para su hermana de la siguiente manera:
“Estaba dormida y en el sueño escuché el timbre del teléfono, cuando fui a contestar era la voz de ella, pero yo sabía que estaba muerta. Me saludó, me dijo que estaba bien y me pidió un favor.
-Mira mañana a la primera persona que vas a ver es a mi hermana Alicia, le das un beso y le dices que ya no me llore que estoy muy bien y contenta.
-Claro que sí Lilia, yo le daré tu recado.
-Bueno adiós –se despidió-.
Al otro día yo no me acordaba del sueño. Me parece que era un sábado porque había tenido reunión en mi casa y me levante a recoger mi casa. Me dirigí a la cocina y al asomarme por la ventana vi a Alicia, tal como me dijo su hermana. Al verla recordé mi sueño y las palabras de Lilia. En cuanto me bañé y me arreglé fui a darle el recado y como ellas son muy creyentes de las ánimas, no tuvo duda de que su hermana le mandaba ese mensaje y se emocionó tanto que empezó a llorar.
La otra persona que falleció fue un amigo que estuvo enfermo de leucemia que nos quería mucho a mi y a mi hermana, nos llamaba primas. De hecho se murió mencionándonos. Él nunca quiso que lo visitáramos porque no deseaba que lo recordáramos de esa manera. A escasos días de su muerte lo soñé: “Estaba parada y asomándome por una ventana de la casa de mis tíos cuando lo vi venir vestido de blanco. Al verlo pensaba ¡Está muerto y ahí viene! No me daba miedo sino gusto de verlo. Cuando llegó, los dos nos asomamos por la ventana hacia el horizonte. Le pregunté cómo estaba y me dijo que bien. De pronto tomé conciencia que podía preguntarle algo interesante sobre la muerte pero en ese momento su imagen se empezó a alejar hasta desvanecerse y ya no pude hacer nada. Antes de irse me dijo: “Me tengo que ir con Verónica”. Le llamé a su hermana y ella me explicó que una sobrina llamada Verónica estaba por dar a luz.
-Yo me sorprendí porque me di cuenta que no era casualidad.
Luego lo soñé nuevamente en una banca del templo de Santa Rita porque a esa iglesia acudimos desde pequeños. En esa ocasión solo me dijo que estaba muy bien y que ya se iba. Nunca más volví a tener contacto con él.
-¿Y qué sueño premonitorio tuviste?
-El de mi abuelita, la madre de mi mamá. En ese tiempo yo llevaba a mi hermana a la escuela y luego regresaba a mi casa. Recuerdo que la noche anterior soñé a mi abuelita que se caía y se lo comenté a mi mamá, con lujo de detalles.
Mi mamá no me puso atención. Luego fui a casa de mis tías, donde vivía mi abuela y me encontré con una histeria total porque la abuela se había caído. Todo sucedió tal y como lo vi en el sueño. Me regresé por mi mamá y le dije que mi abuelita se había caído.
Mi madre pensó que me refería a mi sueño y no me hizo caso. Entonces le dije que “de verdad se había caído”. Mi madre entonces reaccionó preocupada y la llevé a ver a su mamá pero le pedí que no comentara nada de mis sueños.
-¿En esta casa te ha sucedido algo?
-Bueno, déjame decirte. En esta casa murió un hombre pero no tenemos la certeza si se suicidó o falleció por enfermedad. La casa nos la vendió su viuda y yo no me enteré de lo sucedido hasta después de haberme mudado. La casa estaba muy descuidada y tuvimos que arreglarla.
En la noche llegue a escuchar que el piso crujía porque es de madera y al abrir los ojos no veía más que sombras negras. Una noche vi que una de esas sombras estaba sobre mi esposo y traté de despertarlo. Al hacerlo mi esposo levantó el brazo y penetró esa sombra y la mitad de su extremidad desapareció. Asustada le dije: “no metas la mano ahí”. Él todavía medio dormido me dijo ¿de qué hablas?…..Le expliqué lo que había visto y se me quedó viendo extrañado. Después cuando amaneció no estaba segura de lo sucedido, no supe si estaba dormida o despierta. Todavía no puedo diferenciar.
En esta casa siento que alguien siempre anda conmigo, a veces me llegan olores a flores de rosas y nardos, aquí y en otros lugares fuera de mi casa. Cuando se murió una tía le llamaron a mi hermana para avisarle y en ese momento me llegó un fuerte olor a nardos. También he percibido olor a animal muerto.
¿Y qué piensas de todo lo que te sucede?
Mira me gustaría poder controlarlo, poder comunicarme a través de mis sueños con los fallecidos para ayudarlos.
Creo que ya lo has hecho, con tu amiga Lilia y con tu primo.
Así terminó la charla con Paula quien me invitó a confirmar sus vivencias con su hermana y su mamá que les contaré en el siguiente relato.
Cualquier comentario favor de enviarlo al siguiente correo.
victoriavalon@gmail.com

EL EXTRAÑO VISITANTE

EL EXTRAÑO VISITANTE

Paula es una mujer de mediana edad, simpática y muy conversadora, no le resulta difícil entablar una relación con personas desconocidas.
¿Cómo la conocí? Resulta que me invitaron a un café donde se dio lectura a varios de los relatos de mi libro “La estación de las Ánimas”. El joven narrador después de terminar de contar los relatos como antaño hacían las abuelas me invitó a que comentara sobre ellos.
Paula estaba entre el público y cuando terminé de dar mis comentarios ella me contó los terribles episodios que había vivido desde muy joven en una casa en la colonia chapalita. Me impresionaron tanto sus eventos que le pedí una cita para entrevistarla y amablemente accedió. Además resultó ser tía de un amigo de mis hijas.
Una mañana me trasladé a su casa y Paula me esperaba con un café y galletas. Charlamos un poco de cosas triviales y luego nos enfocamos a la narración de sus vivencias, con la pregunta acostumbrada: ¿Cuál es el primer evento que recuerdas te haya sucedido, en el rango de lo extraño, o lo inexplicable?
“De niña, como desde los 7 años, veía gente, sombras en mi cuarto lo que me producía miedo y me hacía reaccionar con gritos. Mi familia me decía que tenía pesadillas y me lo fui creyendo. Hasta la fecha grito dormida y le saco cada susto a mi esposo porque con frecuencia sueño que me estoy ahogando o que me están asfixiando. Además sigo viendo sombras que se me acercan”.
-¿Luego de esas experiencias de niña, cuál fue la experiencia que más te ha impresionado?
-La del pulpo plateado. Te voy a explicar cómo sucedió todo pero antes te voy a dar un poco de antecedentes De joven vivía con mis padres y mi hermana en la calle de José María Robles, en la colonia Chapalita, a un costado de un conocido Hospital. Mi hermana y yo dormíamos juntas en camas separadas por un buró y un pequeño espacio. Yo dormía junto a la ventana y ella junto al clóset. A veces al acostarme sentía como si me estuvieran viendo. Abría los ojos para ver si había alguien y no encontraba a nadie. Los cerraba de nuevo pero volvía a sentir lo mismo. Mi hermana también se quejaba de la misma sensación.
Una noche de tantas, mi hermana y yo nos fuimos a acostar y escuchamos claramente como si cayera una hoja de papel. Prendimos la luz y no había nada en el suelo. Otro día escuché en mi buró el sonido de un pedazo de plástico cuando lo arrugas y pensé que era un ratón. Prendí la luz y tampoco había ni plástico, ni ratón. En otra ocasión como a eso de las doce, sentí algo pesado encima de mí, pegué un gritote y descubrí a mi hermana con todo y cobijas encima de mí pidiéndome que prendiera la luz porque estaba viendo unos ojos plateados que la observaban desde el clóset.
Prendí la luz y vi la cara de mi hermana que estaba horrorizada describiéndome todo el evento: “Abrí los ojos porque sentí que me veían y ahí estaban los ojitos plateados sobre la puerta del clóset mirándome”.

-¿Cómo, Paula, yo creí que adentro del clóset? –le pregunté.
-No, eso era lo más extraño, el closet estaba cerrado.
Luego llegó mi mamá porque escuchó nuestros gritos y se acostó con nosotras para que estuviéramos tranquilas. Era tan frecuente que gritara yo o mi hermana o las dos, que mi madre no se asombraba solo iba a hacernos compañía.
Ahora viene el relato del pulpo plateado yo así le llamo y verás porqué. Nos fuimos a dormir mi hermana y yo, pasaron unas horas sin novedad hasta que me despertó la sensación de que alguien me miraba. Estaba acostada boca abajo. Al abrir los ojos vi enfrente de mí una cosa enorme deforme plateada con ojos negros y una boca que era un hoyo negro. Para que me entiendas mejor, haz de cuenta que un enano se disfrazó con una tela plateada como si fuera un fantasma. Alrededor de él se veía una luz plateada y parecía que volaba.
¿Tenía brazos o piernas?
-No. Era como una cabeza de globo con la tela plateada encima. La cara la movía y al hacerlo se veía deforme, ¡horrible!.
Al verlo no atinaba a descifrar qué era, pensé que el ser estaba disfrazado y que deseaba hacerme daño. Como siempre grité y aquella cosa voló hacia la cama de mi hermana. Me le quedé viendo paralizada tratando de averiguar si estaba soñando o realmente estaba sucediendo todo eso….Mi hermana volteó, no se si por mis gritos o porque sintió al ser. Abrió los ojos horrorizada y comenzó a gritar. Eso me hizo darme cuenta que no era un sueño. Entonces el extraño visitante nos miró a las dos molesto y se devolvió por el espacio entre las dos camas y fue cuando vi que no tenía pies, ni manos. Voló hacia los pies de mi cama y ahí desapareció. Voltee a ver a mi hermana y ella a mí En eso llegó mi mamá y le contamos lo sucedido pero no dio crédito a nuestras palabras, como siempre dijo que eran pesadillas.
Al otro día le conté de nuevo a mi mamá pero no me creía. Cuando mi hermana y yo le describimos todos los hechos con tanta similitud dudó un poco de que todo fuera producto de la imaginación. Bautizamos al extraño ser como el pulpo plateado porque no hay un espécimen en este mundo como ese. Hasta la fecha se burlan de nosotras pero no tenemos ninguna duda de lo que vimos.
Después de ese evento, no creas que ahí terminó todo. Ese ser ya no regresó y qué bueno porque mi hermana y yo sentíamos que era malvado. En repetidas ocasiones mi hermana llegó a escuchar que aventaban el buró de la recámara y abría los ojos y el buró estaba en su sitio. De noche o de día, sola o acompañada escuchaba eso con frecuencia. Se llegó a bendecir la casa en varias ocasiones pero los fenómenos solo nos dejaban descansar uno o dos días.
Con el paso del tiempo mi hermana y yo nos casamos. Yo en julio, ella en diciembre del mismo año. Como yo me fui primero, ella se quedó sola y siempre dejaba la luz prendida para poder dormir. Algunos primos que nos visitaron llegaron a ver a una sombra que se deslizaba por la casa y era color gris claro, casi siempre se le veía del cuarto a la cocina y de la cocina al cuarto donde mi hermana y yo dormíamos. Escuchábamos diferentes ruidos. Era constante la sensación de ser observada.
Cuando mi hermana y yo nos casamos y algunas visitas llegaban a dormir en nuestra recámara se quejaban de lo mismo, es decir, de tener la sensación de que los veían y ni siquiera sabían todo lo que mi hermana y yo habíamos pasado en ese cuarto. La persona que más se impresionó fue una prima que tenía sus niñas pequeñas y mientras estaba de visita las acostaba en mi recámara. Ella estaba en la cocina y desde ahí vio a la sombra ir del cuarto hacia la cocina. De pronto la vi impávida y se le rodaron las lágrimas. Le pregunté que le pasaba y me dijo que había visto a la sombra. Desde ese día nunca volvió a acostar a las niñas en esa recámara.
Luego mis papás un día decidieron trasladarse a dormir a ese cuarto porque le daba el sol por la mañana y era muy calientito. Mi papá dormía junto al closet y mi mamá junto a la ventana.
Total que se durmieron y transcurrido el tiempo mi madre se despertó con la sensación de que alguien la observaba y para su sorpresa sí estaba alguien enfrente de ella. Era un sujeto vestido con una túnica gris –no le vio la cara- y el hombre le trató de entregar una daga. Por supuesto que mi madre aterrorizada en lugar de tomarla se hacía para atrás pegándose a la cabecera. Él hombre insistía en entregarle el arma porque hasta se inclinó hacia ella. Imagínate los gritos que dio mi madre que mi papá era sordo y se quitaba el aparato para dormir y aún así escuchó a mi mamá. Mi papá prendió la luz y no vio a nadie.
Mi mamá trató de tranquilizarse alegando que estaba nerviosa porque sus hijas ya se habían ido de la casa. Pero ese suceso le ocurrió varias veces y cuando me llegó a contar, lloraba arrepentida por dudar de nuestros relatos.
También me contó mi mamá que vio otro personaje, un duende pequeño color café. Antes de cada suceso, ocurría lo mismo: la sensación de ser observada la despertó y vio al hombrecito sentado en su cama.
¡Estoy soñando! –pensó.
Cerró Los ojos y cuando los abrió ahí estaba el hombrecito viéndola y con una sonrisa. Cuando el hombrecito empezó a caminar hacia ella, mi madre empezó a gritarle a mi papá que prendiera la luz. En ese mimo instante el hombrecito brincó hacia la cama de mi padre riendo divertido. Al encenderse la luz el hombrecito ya no estaba. Eso hacía dudar a mi madre de su vivencia.
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