Friday, February 27, 2009

OTROS EVENTOS DE MUNDOS PARALELOS

Acepté la invitación de Paula para confirmar su relato sobre los visitantes de otras dimensiones que la acosaban a ella y a su hermana antes de casarse. La cita fue en casa de su hermana Claudia y también acudió su mamá. Estaba muy interesada en escuchar los testimonios de ellas, no porque tuviera dudas, sino porque es muy satisfactorio escuchar a todos los protagonistas de los hechos.
Casi de inmediato comencé la entrevista con Claudia antes de que partiera a su trabajo, como maestra en un kinder. No voy a cansarlos repitiendo todo el relato ya que su descripción fue idéntica a la de Paula y hay otros hechos interesantes que le han ocurrido. Solo les confirmo que me refirió lo del extraño visitante con forma de pulpo plateado, y los ojos plateados en la obscuridad del clóset. También habló de la sombra a quien nombraron “Clarita” y que siempre vagaba por su casa, a quien incluso llegó a ver una amiga de ella en una ocasión que fue a recogerla a su casa, mientras la esperaba en la sala. Las dos estaban solas y de pronto la amiga vio pasar a Clarita rumbo a la cocina y creyó que había alguien más en la casa. Llamó a su amiga y le insistió que alguien había entrado a la cocina.
-Mira Laura no hay nadie y además la puerta de la cocina está cerrada así que no pudiste ver entrar a nadie ahí…
Al darse cuenta de que era cierto y que estaban solas se asustó tanto que le pidió a Claudia que salieran rápido de la casa.
Me describió los mismos ruidos que Paula y que escuchaban en su recámara: como de una hoja de papel cayendo, del buró que se movía, pero en verdad no lo hacía, etc. También habló de sentirse observada todo el tiempo en su habitación. Me comentó también que con frecuencia ella y Paula tenían sueños muy similares, el mismo día.
-¿Había espejos en tu habitación? –le pregunté a Claudia.
-Sí, uno muy grande y enfrente de mí cama. ¡Ayyyy y por cierto! –gritó emocionada de acordarse de un evento: “Una vez que estaba lloviendo, con truenos y relámpagos, tenía una muñeca colocada en mi cómoda del espejo y a la hora que cayó el rayo e ilumino mi cuarto, te puedo jurar que vi a la mona haciendo así:
Claudia levanta los brazos y se tapa los oídos con las manos y hace una mueca de asustada.
¡Ja,ja,ja!… todas soltamos la carcajada por su expresión y vívida narración, pero estoy segura que debió haber sido aterrador.
-Casi me dio el infarto, era una mona que me regaló una tía y aunque me gustaba mucho, la agarré y la tiré. No quise saber más de ella. Mi mamá me dijo que no lo hiciera pero yo no le hice caso, ni tampoco le comenté nada. Tenía unos 14 años. Desde entonces no volví a poner monas enfrente de mi cama.
“Fíjate que a Paula le gustaba mucho jugar con la mugrosa ouija y a mi me daba miedo.
-¡Eso no dijiste! –voltee reclamándole a Paula suavemente-.
-Era picada para jugar a eso.
-¿Y ahí jugaron en esa casa?-le pregunté-.
-¡Uy, sí, muchas veces! A mí me daba mucho miedo. Nomás de ver los ojos que estaban pintados en la caja me aterrorizaba. Le dije varias veces a Paula que no jugara con eso y a raíz de la ouija muchas cosas se desataron. Todo lo de los sustos y económicamente tuvimos muchos problemas en casa. Nos fue de la fre…. Se abren puertitas con eso de la ouija
-¡Claro, y agrégale a eso lo del espejo, más lo del hospital y que son personas sensibles y tienen un portal! –le afirmé-.
-Hace tiempo visité la casa, donde ahora hay un negocio y charlé con la secretaria y quien me comentó que ella no deseaba averiguar pero que efectivamente varias personas habían tenido experiencias y hasta tenían un video de vigilancia donde apareció una presencia.
Enseguida Doña Angelina –la madre de Paula y Claudia tomó la palabra:
“Yo no le creía nada a estas niñas, pensé que eran pesadillas, hasta que platicaban que soñaban y veían lo mismo, entonces empecé a creer”
-¿Y qué hizo para ayudarlas?
-Teníamos muchos amigos sacerdotes y fueron a bendecir la casa, pero no duraba el efecto. Paula desde muy chica gritaba por la noche y por eso yo lo atribuía a sueños.
“Cuando ellas se casaron me cambié a la recámara de ellas y dormía en el lado donde lo hacía Paula. Ahí fue donde una noche vi una figura como de un metro y medio de altura, delgadito, parado sobre un pie en la orilla de mi cama, vestido con un traje que despedía muchos colores y me entregaba una espada también de muchos colores brillantes. Sonriente me ofrecía la espada. Me asusté muchísimo y me enderecé a prender la luz, armé tal alboroto que desperté a mi esposo, a pesar de que no escucha bien. Al prender la luz se desapareció el extraño personaje. Después de esa experiencia me di cuenta que mis hijas decían la verdad.
-¿Y ahora donde vive ha tenido alguna vivencia?
-Sí, he llegado a sentir que se sientan en mi cama. A veces pensaba que era mi esposo y cuando prendía la lamparita, descubría que no era él. A veces me acomodan la cobija como cuidándome y otras siento que me tocan la espalda con suavidad. Paula me explicó que por los espejos entran y salen los seres y ahora lo cubro todas las noches.
-¿Y tú Claudia, has visto o sentido presencias en esta casa?
-Sí, de recién llegada sentía que había alguien. Al llegar la noche me inquietaba mucho y le llamaba a mi esposo para saber si pronto llegaría. Un día tomé una resolución, me enteré por mi vecina y arrendadora que la presencia que sentía se llamaba Laura y que había vivido en la casa así que le dije:
“Mira Laura, tú ya no vives en esta casa, yo voy a vivir en ella, la voy a cuidar muy bien, y quiero que me dejes en paz”.Lo curioso fue que mi niño de dos años y medio tampoco se sentía a gusto: ¡Yo no que lo esta casa, no me gusta! –decía-. Total que me puse a rezarle un rosario a Laura y desde ese día dejé de sentir miedo. Luego cuando me embaracé de la niña, vi dos veces entrar a mi recámara y colocarse a los pies de mi casa, un niño regordete chapeado, blanco, con el pelo chinito y blanco, vestido también todo de blanco. Era un blanco brillante. Llegué a pensar que era el alma de mi bebé que se me mostraba, pero cuando nació mi niña me di cuenta que no era eso.
En la otra casa que vivimos, Armandito mi hijo, una mañana que aseaba mi casa escuché que se reía y platicaba. Me llamó la atención y me asomé a verlo:
-Hijo con quien hablas –le pregunté-.
-Con las cheñoras- me respondió.
-¿Con cuales? –le dije-.
-Con estas –me respondió y con su manita me señaló a las dos figuras de la virgen que tenía acomodadas en un rinconcito. Toda emocionada con su respuesta le pregunté:
-¿Y qué te dicen?
- Que soy meno y que me quieren mucho.
-Bueno, nomás diles que no te lleven –le dije.
Varias veces hizo lo mismo. En esta casa volvió a charlar con las figuras de las vírgenes de Guadalupe, de recién llegados.
-¿Cuántos años tiene?
-Ahorita tiene ocho pero ya no le ha ocurrido nada.
Otro hecho que me sucedió a mí en esa casa fue que una noche mi esposo se levantó para ir al baño y me despertó. Al abrir los ojos vi en la ventana unos reflejos de luces de colores. Cuando mi esposo salió del baño le comenté que vi luces y tal vez iba a llover.. Él se asomó y dijo que no había rastros de lluvia, después verificó de nuevo y me llamó:
-¡Mira, Claudia, ven…
Me levanté y a lo lejos vimos en el cielo unas luces centelleantes de colores. Eran algo inusual.
Esta historia continuará…..
victoriavalon@gmail.com

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